LOS DECRETOS DE DIOS

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INTRODUCCIÓN

“Y sabemos que Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que le aman, esto es, a los que son llamados conforme a su propósito” (Rom. 8:28) “conforme al propósito eterno que realizó en Cristo Jesús, nuestro Señor”. (Efe. 3:11) EL decreto de Dios es su propósito o su determinación respecto a las cosas futuras. Aquí hemos usado el singular, como hace la Escritura, porque sólo hubo un acto de su mente infinita acerca del futuro.
Nosotros hablamos como si hubiera habido muchos, porque nuestras mentes sólo pueden pensar en ciclos sucesivos, a medida que surgen los pensamientos y ocasiones; o en referencia a los distintos objetos de su decreto, los cuales, siendo muchos, nos parece que requieren un propósito diferente para cada uno. Pero el conocimiento Divino no procede gradualmente, o por etapas: (Hech. 15:18;). “Conocidas son a Dios desde el siglo todas sus obras”
Las Escrituras mencionan los decretos de Dios en muchos pasajes y usando varios términos. La palabra “decreto” se encuentra en el Sal. 2:7, (Yo publicaré el decreto;). En Efe. 3:11, leemos acerca de su “determinación eterna”. En Hech. 2:23, de su “determinado consejo y providencia”. En Efe. 1:9, el misterio de su “voluntad”. En Rom. 8:29, que él también “predestinó”. En Efe. 1:9, de su “beneplácito”.
Los decretos de Dios son llamados sus “consejos” para significar que son perfectamente sabios. Son llamados su “voluntad para mostrar que Dios no está bajo ninguna sujeción, sino que actúa según su propio deseo, en el proceder Divino, la sabiduría está siempre asociada con la voluntad, y por lo tanto, se dice que los decretos de Dios son “el consejo de su voluntad”.
Los decretos de Dios están relacionados con todas las cosas futuras, sin excepción: todo lo que es hecho en el tiempo, fue predeterminado antes del principio del tiempo. El propósito de Dios afectaba a todo, grande o pequeño, bueno o malo, aunque debemos afirmar que, si bien Dios es el Ordenador y controlador del pecado, no es su Autor de la misma manera que es el Autor del bien.
El pecado no podía proceder de un Dios Santo por creación directa o positiva, sino solamente por su permiso, por decreto y su acción negativa. El decreto de Dios es tan amplio como su gobierno, y se extiende a todas las criaturas y eventos. Se relaciona con nuestra vida y nuestra muerte; con nuestro estado en el tiempo y en la eternidad.
De la misma manera que juzgamos los planos de un arquitecto inspeccionando el edificio levantado bajo su dirección, así también, por sus obras, aprendemos cual es (era) el propósito de Aquel que hace todas las cosas según el consejo de su voluntad. Dios no decretó simplemente crear al hombre, ponerle sobre la tierra, y entonces dejarle bajo su propia guía incontrolada; sino que fijó todas las circunstancias de la muerte de los individuos, y todos los pormenores que la historia de la raza humana comprende, desde su principio hasta su fin.
No decretó solamente que debían ser establecidas leyes para el gobierno del mundo, sino que dispuso la aplicación de las mismas en cada caso particular. Nuestros días están contados, así cómo también los cabellos de nuestra cabeza. (Mat. 10:30). Podemos entender el alcance de los Decretos Divinos si pensamos en las dispensaciones de la Providencia en las cuales aquellos son cumplidos. Los cuidados de la Providencia alcanzan a la más insignificante de las criaturas y al más minucioso de los acontecimientos, tales como la muerte de un gorrión o la caída de un cabello. (Mat. 10:30).
Consideremos ahora algunas de las características de los Decretos Divinos. Son, en primer lugar, eternos. Suponer que alguno de ellos fue dictado dentro del tiempo, equivale a decir que se ha dado un caso imprevisto o alguna combinación de circunstancias que ha inducido al Altísimo a tomar una nueva resolución.
Esto significaría que los conocimientos de la Deidad son limitados, y con el tiempo va aumentando en sabiduría, lo cual sería una blasfemia horrible. Nadie que crea que el entendimiento Divino es infinito, abarcando el pasado, presente y futuro, afirmará la doctrina de los decretos temporales. Dios no ignora los acontecimientos futuros que serán ejecutados por voluntad humana; los ha predicho en innumerables ocasiones, y la profecía no es otra cosa que la manifestación de su presencia eterna.
La Escritura afirma que los creyentes fueron escogidos en Cristo antes de la fundación del mundo (Efe. 1:4), más aun, que la gracia les fue “dada” ya entonces: (2Tim. 1:9). “Fue él quien nos salvó y nos llamó con santo llamamiento, no conforme a nuestras obras, sino conforme a su propio propósito y gracia, la cual nos fue dada en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo”. En segundo lugar, los decretos de Dios son sabios.
La sabiduría se muestra en la selección de los mejores fines posibles, y de los medios más apropiados para cumplirlos. Por lo que conocemos de los Decretos de Dios, es evidente que les corresponde tal característica. Se nos descubre en su cumplimiento; todas las muestras de sabiduría en las obras de Dios que son prueba de la sabiduría del plan por el que se llevan a cabo. Como declara el salmista: (Sal. 104:24). “¡Cuán numerosas son tus obras, oh Jehová! A todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas”. Sólo podemos observar una pequeñísima parte de ellas, pero, como en otros casos, conviene que procedamos a juzgar el todo por la muestra; lo desconocido por lo conocido.
Aquel que, al examinar parte del funcionamiento de una máquina, percibe el admirable ingenio de su construcción, creerá, naturalmente, que las demás partes son igualmente admirables. De la misma manera, cuando las dudas acerca de las obras de Dios asaltan nuestra mente, deberíamos rechazar las objeciones sugeridas por algo que no podemos reconciliar con nuestras ideas (Rom. 11:33).
“¡Oh la profundidad de las riquezas, y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos!" En tercer lugar, son libres. (Isa. 40:13,14). “¿Quién ha escudriñado al Espíritu de Jehová, y quién ha sido su consejero y le ha enseñado? ¿A quién pidió consejo para que le hiciera entender, o le guió en el camino correcto, o le enseñó conocimiento, o le hizo conocer la senda del entendimiento?”
Cuando Dios dictó sus decretos, estaba solo, y sus determinaciones no se vieron influidas por causa externa alguna. Era libre para decretar o dejar de hacerlo, para decretar una cosa y no otra. Es preciso atribuir esta libertad a Aquel que es supremo, independiente, y soberano en todas sus acciones. En cuarto lugar, los decretos de Dios son absolutos e incondicionales. Su ejecución no esta supeditada a condición alguna que se pueda o no cumplir. En todos los casos en que Dios ha decretado un fin, ha decretado también todos los medios para dicho fin.
El que decretó la salvación de sus elegidos, decretó también darles la fe, (2Tes. 2:13). “Pero nosotros debemos dar gracias a Dios siempre por vosotros, hermanos amados del Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, por la santificación del Espíritu y fe en la verdad” (Isa. 46:10); “Yo anuncio lo porvenir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no ha sido hecho. Digo: Mi plan se realizará, y haré todo lo que quiero”. Pero esto no podría ser así si su consejo dependiese de una condición que pudiera dejar de cumplirse. Dios “hace todas las cosas según el consejo de su voluntad” (Efe. 1:11).
Junto a la inmutabilidad e inviolabilidad de los decretos de Dios. La Escritura enseña claramente que el hombre es una criatura responsable de sus acciones, de las cuales debe rendir cuentas. Y si nuestras ideas reciben su forma de La Palabra de Dios, la afirmación de una enseñanza de ellas no nos llevará a la negación de la otra. Reconocemos que existe verdadera dificultad en definir dónde termina una y donde comienza la otra. Esto ocurre cada vez que lo divino y lo humano se mezclan. La verdadera oración está redactada por el Espíritu, no obstante, es también clamor de un corazón humano.
Las Escrituras son la Palabra inspirada de Dios, pero fueron escritas por hombres que eran algo más que máquinas en las manos del Espíritu. Cristo es Dios, y también hombre. Es omnisciente, más crecía en sabiduría, (Luc. 2:52). “Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres” Es Todopoderoso y sin embargo, fue (2Cor. 13:4 “crucificado en debilidad”). Es el Espíritu de vida, sin embargo murió. Estos son grandes misterios, pero la fe los recibe sin discusión. En el pasado se ha hecho observar con frecuencia que toda objeción hecha contra los Decretos Eternos de Dios se aplica con la misma fuerza contra su eterna presciencia. “Tanto si Dios ha decretado todas las cosas que acontecen como si no lo ha hecho, todos los que reconocen la existencia de un Dios, reconocen que sabe todas las cosas de antemano.
Ahora bien, es evidente que si El conoce todas las cosas de antemano, las aprueba o no, es decir, o quiere que acontezcan o no. Pero querer que acontezcan es decretarlas”. Finalmente trátese de hacer una suposición, y luego considérese lo contrario de la misma. Negar los Decretos de Dios sería aceptar un mundo, y todo lo que con él se relaciona, regulado por un accidente sin designio o por destino ciego.
Entonces, ¿qué paz, que seguridad, qué consuelo habría para nuestros pobres corazones y mentes? ¿Qué refugio habría al que acogerse en la hora de la necesidad y la prueba? Ni el más mínimo. No habría cosa mejor que las negras tinieblas y el repugnante horror del ateísmo. Cuán agradecidos deberíamos estar porque todo está determinado por la bondad y sabiduría infinitas!

¡Cuánta alabanza y gratitud debemos a Dios por sus decretos! Es por ellos que “Sabemos que Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que le aman, esto es, a los que son llamados conforme a su propósito” (Rom. 8:28). Bien podemos exclamar como Pablo: “Porque de él y por medio de él y para él son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amen”. (Rom. 11:36). 

LA SOBERANÍA DE DIOS

INTRODUCCIÓN

“Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quisiere” (Isa. 46:10) La Soberanía de Dios puede definirse como el ejercicio de su supremacía. Dios es el Altísimo, el Señor del cielo y de la tierra está exaltado infinitamente por encima de la más eminente de las criaturas. El es absolutamente independiente; no está sujeto a nadie, ni es influido por nadie. Dios actúa siempre y únicamente como le agrada. Nadie puede frustrar ni detener sus propósitos.
Su propia Palabra lo declara explícitamente: “En el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, hace según su voluntad: ni hay quien estorbe su mano” (Dan. 4:35). La soberanía divina significa que Dios lo es de hecho, así como de nombre, y que está en el Trono del universo dirigiendo y actuando en todas las cosas “según el consejo de su voluntad” (Efe. 1:11).
Con gran razón decía el predicador bautista del siglo pasado Carlos Spurgeon, en un sermón sobre Mat. 20:15, que: “No hay atributo más confortador para Sus hijos que el de la Soberanía de Dios. Bajo las más adversas circunstancias y las pruebas más severas, creen que la Soberanía los gobierna y que los santificará a todos. Para ellos, no debería haber nada por lo que luchar más celosamente que la doctrina del Señorío de Dios sobre toda la creación el reino de Dios sobre todas la obras de sus manos El trono de Dios, y su derecho a sentarse en el mismo.
Por otro lado, no hay doctrina más odiada por la persona mundana, ni verdad que haya sido más maltratada, que la grande y maravillosa, pero real, doctrina de la Soberanía del infinito Jehová.
Los hombres permitirán que Dios esté en todas partes, menos en su trono. Le permitirán formar mundos y hacer estrellas, dispensar favores, conceder dones, sostener la tierra y soportar los pilares de la misma, iluminar las luces del cielo, y gobernar las incesantes olas del océano; pero cuando Dios asciende a su Trono sus criaturas rechinan los dientes. Pero nosotros proclamamos un Dios entronizado y su derecho a hacer su propia voluntad con lo que le pertenece, a disponer de sus criaturas como a él le place, sin necesidad de consultarlas.
Entonces se nos maldice y los hombres hacen oídos sordos a lo que les decimos, ya que no aman a un Dios que está sentado en su Trono. Pero es a Dios en su Trono que nosotros queremos predicar. Es en Dios, en su Trono en quien confiamos”. Sí, tal es la Autoridad revelada en las Sagradas Escrituras. Sin rival en Majestad, sin límite en Poder, sin nada, fuera de sí misma, que le pueda afectar. “Todo lo que quiso Jehová, ha hecho en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos” (Sal. 135:6).
No obstante, vivimos en unos días en los que incluso los más “ortodoxos” parecen temer el admitir la verdadera divinidad de Dios. Dicen que reconocer la soberanía de Dios significa excluir la responsabilidad humana; cuando la verdad es que la responsabilidad humana se basa en la Soberanía Divina, y es el resultado de la misma. “Y nuestro Dios está en los cielos; todo lo que quiso ha hecho” (Sal. 115:3). En su soberanía escogió colocar a cada una de sus criaturas en la condición que pareció bien a sus ojos.
Creó ángeles: a algunos los colocó en un estado condicional, a otros les dio una posición inmutable delante de él (1Tim. 5:21), poniendo a Cristo como su cabeza (Col. 2:10). No olvidemos que los ángeles que pecaron (2Ped. 2:4). Con todo, Dios previó que caerían y, sin embargo, los colocó en un estado alterable y condicional, y les permitió caer, aunque El no fuera el autor de su pecado.
Asimismo, Dios, en su soberanía colocó a Adán en el jardín del Edén en un estado condicional. Si lo hubiera deseado podía haberle colocado en un estado incondicional, en un estado tan firme como el de los ángeles que jamás han pecado, en uno tan seguro e inmutable como el de los santos en Cristo. En cambio, escogió colocarle sobre la base de la responsabilidad como criatura, para que se mantuviera o cayera según se ajustase o no a su responsabilidad: la de obedecer a su Creador.
Adán era responsable ante Dios (Dios es ley en sí mismo) por el mandamiento que le había sido dado y la advertencia que le había sido hecha. Esa era una responsabilidad sin menoscabo y puesta a prueba en las condiciones más favorables. Dios no colocó a Adán en un estado condicional y de criatura responsable porque fuera justo que así lo hiciera. No, era justo porque Dios lo hizo. Ni siquiera dio el ser a las criaturas porque eso fuera lo justo, es decir, porque estuviera obligado a crearlas; sino que era justo porque El lo hizo así.
Dios es soberano. Su voluntad es suprema. Dios, lejos de estar bajo una ley, es ley en sí mismo, así es que cualquier cosa que él haga, es justa. Y ¡ay del rebelde que pone su soberanía en entredicho! “Ay del que pleitea con su Hacedor, siendo nada mas un pedazo de tiesto entre los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra: Qué haces?” (Isa. 45:9). Además, Dios es Señor, como soberano, colocó a Israel sobre una base condicional. Los capítulos 19, 20 y 24 de Éxodo ofrecen pruebas claras y abundantes de ello.
Estaban bajo el pacto de las obras. Dios les dio ciertas leyes e hizo que las bendiciones sobre ellos, como nación, dependieran de la observancia de las tales. Pero Israel era obstinado y de corazón incircunciso. Se rebelaron contra Jehová, desecharon su ley, se volvieron a los dioses falsos y apostataron. En consecuencia, el juicio divino cayó sobre ellos y fueron entregados en las manos de sus enemigos, dispersados por toda la tierra, y hasta el día de hoy, permanecen bajo el peso del disfavor de Dios.
Fue Dios, quien en el ejercicio de su soberanía, puso a Satanás y a sus ángeles, a Adán y a Israel en sus respectivas posiciones de responsabilidad. Pero, en el ejercicio de su soberanía, lejos de quitar la responsabilidad de la criatura, la puso en esta posición condicional, bajo las responsabilidades que él creyó oportunas; y, en virtud de esta soberanía, El es Dios sobre todos. De este modo, existe una armonía perfecta entre la soberanía de Dios y la responsabilidad de la criatura. Muchos han sostenido equivocadamente que es imposible mostrar donde termina la soberanía de Dios y empieza la responsabilidad de la criatura.
He aquí donde empieza la responsabilidad de la criatura: en la ordenación soberana del creador. En cuanto a su soberanía, ¡no tiene ni tendrá jamás “terminación"! Vamos aprobar aún más, que la responsabilidad de la criatura se basa en la soberanía de Dios. ¿Cuántas cosas están registradas en la Escritura que eran justas porque Dios las mandó, y que no lo hubieran sido si no las hubiera mandado? ¿Qué derecho tenía Adán de comer de los árboles del jardín del Edén? ¡El permiso de su Creador (Gén. 2:16), sin el cual hubiera sido un ladrón! ¿Qué derecho tenía el pueblo de Israel a demandar de los egipcios joyas y vestidos (Éx. 12:35)?
Ninguno, sólo que Jehová lo había autorizado (Éx. 3:22). ¿Qué derecho tenía Israel a matar tantos corderos para el sacrificio? Ninguno, pero Dios así lo mandó. ¿Qué derecho tenía el pueblo de Israel a matar a todos los cananeos? Ninguno, sino que Dios les habían mandado hacerlo. ¿Qué derecho tenía el marido a demandar sumisión por parte de su esposa? Ninguno, si Dios no lo hubiera establecido. ¿Qué derecho tuviera la esposa de recibir amor, atención y cuidados, ninguno, si Dios no lo hubiera establecido. Podríamos citar muchos más ejemplos para demostrar que la responsabilidad humana se basa en la Soberanía Divina.
He aquí otro ejemplo del ejercicio de la absoluta soberanía de Dios: colocó a sus elegidos en un estado diferente al de Adán o Israel. Los puso en un estado incondicional. En un pacto eterno, Jesucristo fue hecho su cabeza, tomó '73 obre sí sus responsabilidades y actuó para ellos con justicia perfecta, irrevocable y eterna. Cristo fue colocado en un estado condicional, ya que fue “hecho súbdito a la ley, para que redimiese a los que estaban debajo de la ley” (Gál. 4:4,5), sólo que con esta diferencia infinita: los hombres fracasaron, pero él no fracasó ni podía hacerlo. Y, ¿quién puso a Cristo en este estado condicional?
El Dios Trino. Fue ordenado por la voluntad soberana, enviado por el amor soberano y su obra le fue asignada por la autoridad soberana. El mediador tuvo que cumplir ciertas condiciones. Había de ser hecho en semejanza de carne de pecado; había de magnificar y honrar la ley; tenía que llevar todos los pecados del pueblo de Dios en su propio cuerpo sobre el madero; tenía que hacer expiación completa por ellos; tenía que sufrir la ira de Dios, morir y ser sepultado. Por el cumplimiento de todas esas condiciones, le fue ofrecida una recompensa: (Isa. 53:10-12).
Había de ser el primogénito de muchos hermanos; había de tener un pueblo que participaría de su gloria. Bendito sea su nombre para siempre porque cumplió todas esas condiciones; y porque las cumplió, el Padre está comprometido en juramento solemne a preservar para siempre y bendecir por toda la eternidad a cada uno de aquellos por los cuales hizo mediación su Hijo Encarnado. Porque El tomó su lugar, ellos ahora participan del Suyo.
Su justicia es la Suya, su posición delante de Dios es la Suya, y su vida es la Suya. No hay ni una sola condición que ellos tengan que cumplir, ni una sola responsabilidad con la que tengan que cargar para alcanzar la gloria eterna. “Porque con una sola ofrenda hizo Perfectos para siempre a los santificados” (Heb. 10:14).
He aquí pues que la soberanía de Dios expuesta claramente ante todos en las distintas formas en que él se ha relacionado con sus criaturas. Algunos de los ángeles, Adán e Israel fueron colocados en una posición condicional en la que la bendición dependía de su obediencia y fidelidad de Dios.
Pero, en marcado contraste con estos, a la “manada pequeña” (Luc. 12:32) le ha sido dada una posición incondicional e inmutable en el pacto de Dios, en sus consejos y en su Hijo; su bendición depende de lo que Cristo Hizo Por ellos. “El fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: conoce el Señor a los que son suyos” (2Tim. 2:19).

El fundamento sobre el cual descansan los elegidos de Dios es perfecto: nada puede serle añadido, ni nada puede serle quitado (Ecl. 3:14). He aquí, pues, el más alto y grande exponente de la absoluta soberanía de Dios. En verdad, El “del que quiere tiene misericordia; y al que quiere endurece” (Rom. 9:18). 

¿QUIEN TIENE EL CONTROL?

INTRODUCCIÓN

Deseo hacerle una pregunta: ¿Quién está en control de todo lo que pasa en el mundo? ¿Dios o Satanás? Mucha gente piensa que Dios es solamente rey en el cielo, pero no piensa que El es el creador del mundo y tampoco creen que El controle todas las cosas que ocurren en él. Algunas personas piensan que el mundo funciona como una máquina obedeciendo las leyes de la naturaleza. Otros consideran que el hombre puede controlar lo que le sucede usando su propio libre albedrío.
Pero déjeme hacerle nuevamente la pregunta: ¿Quién tiene el control de lo que sucede en el mundo? ¿Es Dios o Satanás? Cuando nos fijamos en lo que pasa en el mundo, fácilmente podríamos concluir que Satanás está en control, esto debido a que existe tanta confusión y pecado. Vemos que las cosas van de mal en peor; continuamente oímos de guerras y revoluciones; sabemos que hay una gran inquietud y temor en el mundo. La mayoría de las personas permanecen en la ignorancia respecto a la verdad de Jesucristo, y muchos piensan que el cristianismo es un fracaso.
Aún algunos que se identifican como creyentes, han sugerido que aunque Dios quiere salvar a las personas, no puede hacerlo, ¡porque estas mismas personas no se lo permiten! Todo pareciera indicar que Satanás tiene más control de lo que ocurre que Dios tiene. Los creyentes, más que ningún otro, no deberían pensar de esta manera. Los creyentes no deben interpretar lo que sucede sólo por lo que sus ojos ven, sino que deben interpretar las cosas a través de la fe.
(Andamos por fe no por vista.” 2 Cor.5:7) Los creyentes creen lo que Dios ha dicho en la Biblia, y la Biblia siempre ha advertido que lo que está sucediendo en el mundo es lo que tenía que suceder (porque así lo había determinado Dios desde el principio). La Biblia dice que la gente inconversa siempre estará en rebeldía contra la autoridad y la ley de Dios. Así que, no debería sorprendernos cuando la gente desprecia a Dios mismo, porque El es la autoridad suprema y el dador de la ley.
La Biblia anuncia que es Dios y no Satanás, quien está controlando lo que acontece en el mundo. La Biblia nos enseña que Dios creó todas las cosas, y que El ejerce un control completo y soberano sobre todo lo que hizo. La voluntad de Dios no puede ser cambiada. El es Rey soberano sobre todas las cosas y nunca puede ser sorprendido por nada de lo que acontece. El reina sobre todo, haciendo que todas las cosas obren juntas para el bien de todos aquellos que le aman y que han sido llamados por El para ser su pueblo.
Aunque todas estas cosas son verdaderas, solamente podemos entenderlas y disfrutarlas si somos creyentes en Dios. Tenemos que llenar nuestras mentes con conceptos verdaderos acerca de Dios, Su naturaleza y Su carácter. Sólo entonces, podremos aceptar con sumisión y confianza todo lo que nos acontezca, sean decepciones, dificultades o tristezas, porque sabemos que todas las cosas incluso éstas, son controladas por un Dios tan sabio que no puede equivocarse, y demasiado amoroso para ser cruel.
La gente necesita escuchar estas verdades acerca de Dios; la predicación superficial y vaga no basta. Así que, permítame hacer la observación de nuevo: Dios todavía vive; El ve todo lo que sucede y está en completo control.
Cuando pensamos acerca de lo que está pasando en el mundo, no deberíamos comenzar a explicarlo desde una perspectiva meramente humana, porque si lo hacemos así, jamás entenderemos esta vida. Existen muchas cosas en la vida que encontramos extrañas y difíciles de entender, pero a través de la Biblia Dios nos da entendimiento. La Biblia es la Palabra de Dios, la revelación divina para nosotros. Así que, si queremos entender lo que pasa en el mundo, tenemos que comenzar aprendiendo lo que la Biblia dice acerca de Dios. Este es el lugar correcto para comenzar.
Si tratamos de explicar las cosas partiendo del estado actual del mundo y luego intentamos conectarlo con Dios, concluiremos que Dios tiene muy poco que hacer con el mundo tal como nosotros lo conocemos ahora.
Pero si comenzamos con Dios y luego lo relacionamos con el mundo, empezaremos a comprender el porqué las cosas están así ahora. Dios es santo y juzga a aquellos que pecan contra El. Dios cumple su Palabra y castiga la maldad, tal como ha prometido hacerlo en la Biblia. Dios puede hacer todo, y nadie puede resistirle o vencerle. Dios conoce todo y nadie sabe más que El. Nada es imposible para Dios. Así pues, al mirar lo que está sucediendo en el mundo, podemos concluir que Dios ha iniciado su juicio contra la maldad y el pecado en nuestro mundo moderno, tal como lo hizo en el pasado.
Hay dos maneras para responder a mi pregunta acerca de quién está en control. La persona que no cree en Dios considera todo desde su propio punto de vista humano. Empieza con el hombre y es por eso que no puede entender el cómo Dios puede estar en control. Por otro lado, la Biblia nos dice que los pensamientos de Dios no son los nuestros, y que los caminos de Dios no son como los de nosotros. La persona que no cree en Dios siempre pensará que es tonto decir que Dios controla todo. Sin embargo, El creyente sabe que Dios está en control porque así lo ha dicho Dios en la Biblia. El cristiano comienza con Dios.
Aunque hay mucho pecado y sufrimiento en el mundo, lo cual causa tristeza al creyente, sin embargo él no dice “Si yo fuera Dios no lo permitiría”. El cristiano cree que los caminos de Dios son inescrutables e incomprensibles. Dios ha ocultado muchas cosas de nosotros con el propósito de probar nuestra fe, para fortalecer nuestra confianza en su sabiduría y para ayudarnos a aceptar su voluntad. El cristiano confía en Dios y trata de interpretar todas las cosas desde el punto de vista de Dios. El creyente confía en Dios y acepta lo que ocurre, porque sabe que viene de El. Puesto que confía en Dios, su corazón puede estar tranquilo en medio de la tormenta. Confiando en Dios, se regocija porque sabe que al fin de todo verá la gloria de Dios.

En el siguiente capítulo aprenderemos más de lo que la Biblia quiere decir, cuando afirma que Dios está en control de todas las cosas. 

¡DIOS TIENE CONTROL DE TODO!

INTRODUCCIÓN

“Tuya es, oh Jehová, la magnificencia, y el poder, y la gloria, la victoria, y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y la altura sobre todos los que están por cabeza.” 1 Crónicas 29:11.
¿Entiende lo que implican las palabras “Soberanía de Dios”? En la introducción vimos que aunque hay mucha maldad en el mundo, la Biblia afirma que Dios está en completo control de todo. Esto es lo que implican las palabras “Soberanía de Dios”. Cuando decimos que Dios es soberano, queremos decir que Dios tiene poder absoluto sobre todo. El es El Supremo, El gran Rey; El es Dios. El hace su voluntad en el cielo y en la tierra, y no hay nadie que pueda detener su mano y decirle, “¿Qué haces?”. Cuando decimos que Dios es soberano, queremos decir que El es el Dios Todopoderoso, que posee todo poder en el cielo y en la tierra y que nadie puede resistir su voluntad. Este es el Dios de la Biblia.
Frecuentemente, la enseñanza moderna da un concepto muy diferente acerca de Dios. A menudo presenta un “dios” impotente e ineficaz, un “dios” de lástima más que un Dios digno de ser temido. La mayoría de la enseñanza moderna dice que Dios “El Padre”, quiere salvar a todo el mundo, y que “El Hijo” murió para salvar a “todos”, y que Dios el Espíritu Santo está tratando ahora de ganar a todos los hombres en el mundo. Pero, ¿no es obvio que muchas personas estén muriendo sin haber sido salvas por Cristo, y sin esperanza alguna? Entonces, si muchos mueren siendo perdidos y si creemos que Dios quería salvarlos a todos, seguramente el Padre ha de estar desilusionado, el Hijo ha de sentirse insatisfecho y el Espíritu Santo ha sido derrotado.
No podemos decir que Dios haya sido sorprendido por el pecado humano, porque esto bajaría a Dios al nivel de los seres humanos que son falibles y llenos de errores. Tampoco podemos decir que Dios permanezca impotente ante el sufrimiento y el pecado en el mundo, porque entonces estaríamos pasando por alto lo que la Biblia dice: que Dios controla hasta los malos actos que los hombres cometen. En realidad, si negamos la soberanía de Dios, muy pronto ya no tendremos lugar para Dios en nuestros pensamientos.
Dios es completamente soberano. El posee el derecho de gobernar todo tal como El quiera. Dios es como el alfarero que tiene control completo sobre el barro. Dios es soberano en la manera en que usa su poder. El lo usa cómo, cuándo y dónde lo desee. Todo el testimonio de la Biblia afirma esta verdad. Cuando el Faraón, rey de Egipto, intentó detener a los israelitas para que no fueran a adorar a Dios en el desierto, Dios usó su poder y los israelitas fueron salvados, mientras que los egipcios fueron vencidos.
Después, cuando los israelitas entraron en la tierra de Canaán y encontraron que la ciudad de Jericó era un obstáculo, Dios usó su poder y los muros de la ciudad fueron derribados. El poder de Dios salvó a David de Goliat.
Dios cerró la boca de los leones para que no lastimaran a Daniel. No obstante, en ocasiones Dios no muestra su poder por un largo tiempo, y entonces repentinamente lo manifiesta y todos lo pueden ver.
El poder de Dios no siempre rescata a su pueblo de los peligros. En Hebreos 11:36-37, nos dice como algunos que creyeron en Dios fueron apedreados y aún muertos, y otros anduvieron errantes cubiertos con pieles de animales y soportando mucho sufrimiento. ¿Porqué no fueron rescatadas estas personas por el poder de Dios como las otras? La única respuesta es que Dios es soberano en la manera en que usa su poder. El hace lo que sabe que es mejor.
Dios es soberano también en la manera en que concede su poder a otros. Concedió poder a Matusalén para que viviera más tiempo que ningún otro. Dios concede a algunos la capacidad para ganar mucho dinero, pero no hace a todos ricos. Esto es debido a que Dios ejerce su soberanía al conceder su poder a las personas. El no concede el mismo poder a todos.
Dios es soberano también en el otorgamiento de su misericordia. Cuando Jesús fue al estanque de Bethesda en Jerusalén, había muchos enfermos allí y entre ellos estaba un hombre que había estado enfermo por treinta y ocho años. Juan capítulo 5 nos dice que Jesús dijo a este hombre, “Levántate, toma tu lecho y anda” (ver. 8). De inmediato el hombre fue sanado; levantó su lecho y se fue. Ahora, ¿Porqué fue sanado este hombre en particular?
No nos dice que fuera debido a que merecía ser sanado. Es decir, la misericordia de Dios se manifestó en él de una manera soberana, porque Jesús pudiera haber sanado a toda la multitud tan fácilmente como lo hizo con este hombre. Pero Jesús usó su poder divino para sanar a un solo hombre. Dios es soberano en la manera en que otorga su misericordia. El muestra su misericordia como a El le place.
Dios es soberano en la manera en que muestra su gracia. La gracia es el favor divino mostrado hacia aquellos que no lo merecen (sino que por el contrario, merecen ser enviados al infierno). La gracia es lo opuesto a la justicia, puesto que la justicia nos da sólo lo que merecemos. La gracia es la bondad de Dios hacia las personas que no la merecen, puesto que ellos han odiado y desobedecido a Dios y su ley.
La gracia es un don (un regalo) de Dios, de tal manera que nadie puede exigirlo como si fuera un derecho, porque entonces dejaría de ser gracia. Dios no debe su gracia a nadie, sino que la concede a los que El quiere por su propia soberana voluntad. Podemos regocijarnos en esto, porque los pecadores son salvados por gracia. Esto significa que la persona más pecaminosa puede ser alcanzada por esta gracia. La gracia excluye toda jactancia humana y le da a Dios toda la gloria de la salvación.
Casi cada página de la Biblia nos recuerda que Dios es soberano en el otorgamiento de su gracia. Cuando Jesús nació, las buenas nuevas no fueron anunciadas a todo el mundo, sino que fueron dadas a los pastores en Belén y a hombres sabios del Oriente. Dios pudiera haberlo dicho a todos pero no lo hizo, porque El es soberano en la forma en que ejerce su gracia.
¿Se fija usted en que Dios ha otorgado su gracia a personas con poca probabilidad de ser alcanzadas? El la mostró a los pastores y a hombres que ni siquiera eran judíos. Frecuentemente, desde aquel entonces hasta el día de hoy, Dios ha hecho exactamente lo mismo, mostrando su gracia a las personas más despreciables e indignas. ¿Le ha mostrado a usted Su gracia?
Hemos visto que todo en la Biblia nos dice que Dios es soberano. En el próximo capítulo veremos que todas las cosas que Dios ha creado también nos muestran que El es el Dios soberano.

TEXTOS BIBLICOS:

“Mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará.” Daniel 11:32.
“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” Isaías 55:8-9.
“¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son tus juicios, e inescrutables tus caminos!” Romanos 11:33.
“El hace todas las cosas según el designio de su voluntad.” Efesios 1:1. “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas...” Romanos 11:36
“Y dijo David: Bendito seas tu, oh Jehová, Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo. Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tu eres excelso sobre todos.” 1ª Crónicas 29:10-11

“La cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo soberano, Rey de reyes, y Señor de señores.” 1 Timoteo 6:15. 

DIOS CONTROLA LA NATURALEZA

INTRODUCCIÓN

“Señor, digno eres de recibir gloria y honra y virtud: porque tú criaste todas las cosas, y por tu voluntad tienen ser y fueron creadas.” Apocalipsis 4:11
En la lección 2 vimos que la Biblia enseña que Dios es soberano.
El es soberano en el uso de su poder y en el otorgamiento de su gracia y misericordia. En este capítulo vamos a descubrir más evidencias de su soberanía.
Todo lo que Dios ha hecho muestra que El es soberano y que tiene control completo sobre su creación. Trate de pensar acerca del tiempo antes de que Dios creara el mundo. Desde entonces El era soberano, y fue enteramente una decisión de su voluntad el crear algo o no crear nada.
También fue enteramente cosa de El, el cómo hacerlo. Pudiera haber hecho un mundo tan grande, que nadie pudiera imaginar su tamaño, o pudiera haber hecho un mundo tan pequeño que nadie pudiese verlo. Cuando Dios creó el universo, no pidió ayuda ni consejo de nadie.
Ahora bien, piense acerca del mundo que Dios hizo. ¿Porqué debería haber más agua que tierra seca? ¿Porque habría de existir tanta tierra inútil para el uso humano y otros lugares muy útiles? ¿Porqué hay lugares buenos para vivir y otros malos? ¿Porqué algunos países están sujetos a tantos desastres naturales (temblores, huracanes, tornadas, sequías, etc.) y otros no? La respuesta a todas estas preguntas es que así lo ha decidido Dios, porque así se cumplen sus propósitos.
Piense ahora en las diferencias que hay entre los animales: corderos y osos, elefantes y ratones. Algunos animales, como por ejemplo los perros, parecen inteligentes y otros parecen ser tontos. Las mulas y los burros soportan pesadas cargas, pero los leones y los tigres están sueltos para correr libremente. Considere las aves en el cielo, los animales de la tierra y los peces de la mar. ¿Porqué hay tantas diferencias entre ellos? La respuesta es, porque a Dios le agradó hacerlos así.
Considere también las plantas. Algunas dan un bonito aroma pero otras no. Algunos árboles producen un fruto sabroso, pero otros dan un fruto venenoso. ¿Porqué es así? Porque Dios hizo lo que le plació en el cielo, en la tierra y en el mar.
Ahora piense acerca de los ángeles. Ellos no son todos iguales, algunos son más importantes que otros, unos son más poderosos que otros, algunos están más cerca de Dios que otros. ¿Porqué existen estas diferencias entre los ángeles? Todo lo que podemos decir es que el Dios soberano, quien habita en el cielo, ha hecho todo lo que quiso.
Todo lo que Dios ha hecho nos muestra su soberanía, porque El hace todo como mejor le parece. Entonces, no deberíamos estar sorprendidos de que también existan diferencias entre los seres humanos. Algunas personas son muy inteligentes y otras no. Algunas disfrutan de salud mientras que otras viven muy enfermas. Todas las personas tienen un temperamento diferente: Unas son aptas para dirigir y gobernar y otras para ser seguidores y servidores. No deberían sorprendernos estas diferencias entre las personas, porque Dios hace a cada persona distinta de las demás. ¿Porqué?
Porque así le parece mejor al Dios soberano. Dios quien hizo todas las cosas es absolutamente soberano. El hace lo que le place y efectúa su propia voluntad. El hizo todas las cosas para sí mismo, y posee también el derecho de hacerlo así, porque El es el Dios todopoderoso.
Pero Dios no solo hizo todas las cosas por su propio poder soberano, sino que también gobierna todo. Imagine solamente, ¿qué ocurriría si Dios no controlara lo que El creó? Suponga que Dios hizo el mundo, y luego lo abandonara para que se gobernase por las así llamadas “leyes de la naturaleza”.
Si Dios lo hiciera así, entonces no tendríamos certeza de que el mundo no pudiera ser destruido. Si tan sólo las leyes de la naturaleza controlaran el mundo, entonces un poderoso tornado podría arruinar todo, o un gran huracán podría inundar todo, o un gran temblor podría acabar con todo.
Entonces, ¿cómo podríamos estar seguros de que éstas cosas no fueran a ocurrir? Si nos atrevemos a decir que Dios no está controlando el mundo, entonces perderíamos toda la certeza de estabilidad. Si Dios no está controlando todo, entonces todo acontece por pura casualidad.
Imagínese que sucedería si Dios no pusiera límites a las cosas malas que hacen los hombres. Imagínese como sería el mundo si la gente fuera completamente libre para hacer lo que quisiera. Entonces toda la bondad en el mundo desaparecería y la maldad y la confusión reinarían. Esto pone de manifiesto la necesidad de que Dios gobierne el mundo, y El también lo hace a fin de que ninguna cosa se salga de control y no venga el caos.
Dios está controlando aún todas aquellas cosas que no tienen vida como el clima, el viento y el mar. Cuando Dios dijo, “Hágase la luz”, la luz se hizo. Cuando Dios dijo que enviaría un diluvio sobre el mundo antiguo debido a la depravación de sus habitantes, entonces el diluvio vino. Cuando Dios trajo las plagas sobre Egipto, la luz se tornó en obscuridad, las aguas se convirtieron en sangre y grandes piedras de granizo cayeron. Dios esta controlando todos estos eventos.
Hay muchos ejemplos en la Biblia de cómo Dios ha controlado todas aquellas cosas que no tienen vida. El horno del rey Nabucodonosor fue calentado siete veces más de lo acostumbrado, y tres de los hijos de Dios fueron arrojados dentro de el, y el fuego ni siquiera quemó sus vestidos aunque sí mató a los hombres que los lanzaron al horno. Cuando los discípulos iban con el Señor Jesucristo en un pequeño bote y la tormenta atemorizó a los discípulos, Jesús dijo a la tormenta, “Sea la paz”, y entonces el viento cesó y el mar se calmó. Dios controla el clima, porque El envía el hielo, la nieve y el viento.

También El envía y detiene la lluvia. Todas estas cosas inanimadas obedecen a la voz de Dios y así ejecutan su soberana voluntad. Cuando nos quejamos del clima, ¡En realidad estamos quejándonos de la voluntad de Dios! Dios hizo el mundo y continúa controlándolo. El es también soberano sobre los animales, los hombres y los ángeles, como veremos en el próximo estudio.

DIOS CONTROLA AL HOMBRE

INTRODUCCIÓN

“Jehová afirmó en los cielos su trono; Y su reino domina sobre todos.” Salmo 103:19
En el capítulo dos vimos que Dios gobierna todas las cosas inanimadas en el mundo, tales como la tierra, el aire, el fuego y el agua. Pero El también gobierna a los animales, a los hombres y a los ángeles.
EN PRIMER LUGAR, Dios controla a los animales. Esto es claramente enseñado en la Biblia. En Génesis 6:20 leemos que antes de que Dios enviara el diluvio sobre la tierra, El hizo que dos animales de cada clase entraran al arca de Noé. Estos animales fueron controlados por Dios. En Éxodo capítulo ocho tenemos una descripción de las plagas que Dios envió sobre la tierra de Egipto. Leemos acerca de como las ranas salieron del río Nilo y entraron al palacio del rey y las casas de sus siervos.
Dios incluso hizo que las ranas entraran en las camas de los egipcios, y aún dentro de sus hornos (lugares donde las ranas comúnmente no entran). Muchas moscas invadieron también la tierra de Egipto, pero no se acercaron a ninguno de los lugares donde el pueblo de Dios se encontraba. Enseguida, Dios hizo que se enfermara el ganado de los egipcios, pero nada del ganado perteneciente al pueblo de Dios se enfermó. Vemos como Dios tuvo el control de estos animales en todo tiempo.
En 1 Reyes 17:2-4 leemos que Dios dijo a su profeta Elías que se fuera a vivir cerca de un arroyo en donde unos cuervos le alimentarían. Los cuervos llevaron la comida al siervo de Dios en lugar de comérsela ellos mismos. Hay muchas otras historias como éstas en la Biblia que demuestran que Dios controla a los animales. Por ejemplo, Dios cerró la boca de los leones cuando su siervo Daniel fue puesto en el foso de los leones; Dios hizo que un gran pez tragara a su siervo Jonás, y luego cuando Dios quiso, este pez lo vomitó en tierra seca. Así que sin lugar a dudas, es verdad que Dios controla a los animales. Ellos hacen exactamente lo que El les manda hacer.
EN SEGUNDO LUGAR, Dios controla no sólo a los animales sino también a los hombres. Aunque esto sea algo muy difícil de aceptar, deseo que comprendan que ésta es la verdad. Porque hay dos alternativas, o Dios tiene el control de todo o alguien más le controla a El. Del mismo modo, es la voluntad de Dios la que siempre se cumple o es la voluntad de los hombres.
Ahora, ¿cuál de estas alternativas es la verdad? Es cierto que muchas personas odian a Dios, pero esto no significa que El no pueda usarlos como sus instrumentos cuando El lo deseé. No es suficiente decir que Dios puede detener los efectos malos de lo que las personas malvadas hacen. Tampoco basta simplemente decir que algún día Dios castigará a los malos por sus pecados. Dios es tan grande que cada cosa que las personas más malvadas hacen está enteramente bajo su control.
De hecho, las personas malas en realidad hacen lo que Dios ha dicho de antemano que ellos harían, aunque la persona mala no se dé cuenta de ello. Esto es exactamente lo que sucedió con Judas, el hombre que entregó a Jesucristo en manos de aquellos que lo odiaban. ¿Podría alguien ser más malo de lo que fue Judas? Así que, si Judas estaba haciendo aquello que Dios había decidido que hiciera, entonces no es difícil creer que todas las personas malas están igualmente haciendo lo que Dios había dicho que tenía que suceder.
No queremos argumentar sobre este asunto, sino sólo queremos ver lo que la Biblia dice. En Hechos capítulo 17:28 leemos que en Dios vivimos y nos movemos y somos. Esto fue dicho por poetas griegos que no eran creyentes y cuyos discípulos se burlaron de la idea de que Jesús resucitara de la muerte. Pero parece que aún lo hecho por estas personas estaba bajo el control de Dios.
De Proverbios 16:9 aprendemos que la gente hace sus propios planes para su vida, pero son los planes de Dios los que en realidad se cumplen:“El corazón del hombre piensa su camino; mas Jehová endereza sus pasos.” La historia del rico insensato en el Nuevo Testamento (Luc.12:16-21) muestra que tan cierta es esta afirmación. Nos habla de como un hombre planeaba construir grandes graneros donde guardaría toda la cosecha que levantara. El planeaba disfrutar su vida, pero Dios había determinado algo diferente, y fue el plan de Dios el que se cumplió. Dios declaró que aquel hombre necio moriría esa misma noche y así ocurrió.
Nunca es correcto decir que las personas pueden actuar en contra de la voluntad de Dios. Tan sólo piense en los siguientes pasajes de la Biblia: Job 23:13 dice: “Pero si él determina una cosa, ¿Quién lo hará cambiar?
Su alma deseó e hizo.” Proverbios 21:30 dice: “No hay sabiduría, ni inteligencia, ni consejo contra Jehová”. Isaías 14:27 enseña que aquello que Dios ha determinado, no puede ser alterado por nadie: “Porque Jehová de los ejércitos lo ha determinado, ¿Quién lo impedirá? Y su mano extendida, ¿Quién la hará retroceder?”
La Biblia enseña claramente que las acciones de cada persona, sean buenas o malas, son controladas por el Dios soberano. Los hombres pueden pensar que ellos son más fuertes que Dios, rebelándose quizás contra El, pero Dios se ríe de su debilidad y de su necedad. El es tan poderoso que puede destruirlos fácilmente en el momento en que El quiera.
TERCERO, Dios controla también a los ángeles. Ellos son mensajeros de Dios. Escuchan lo que Dios dice y hacen lo que El les manda. Aún los ángeles malos obedecen a Dios. Satanás mismo está completamente bajo el control de Dios. Hasta que Dios le permitió hacerlo, Satanás fue incapaz de tocar a Job. En Mateo 4:11 leemos que Jesús le dijo a Satanás que se fuera y éste inmediatamente le dejó. En el fin del mundo, Satanás será lanzado en el lago de fuego que ha sido preparado para él y sus ángeles.
Dios reina. El controla todo, las cosas inanimadas, los animales, las personas y los ángeles, incluyendo a Satanás mismo. No puede suceder nada en todo el universo a menos que Dios haya determinado que acontezca.
Aquellos que confían en un Dios tan grande, tienen paz en sus corazones. Confiar en un Dios soberano da un sentido de seguridad lo cual fortalece la fe. No es la casualidad, ni la “mala suerte”, ni el hombre, ni Satanás quienes gobiernan al mundo. Es el Dios todopoderoso quien gobierna por su buena voluntad y para su propia y eterna gloria.

TEXTOS BIBLICOS:

“Porque yo sé que Jehová es grande, y el Señor nuestro, mayor que todos los dioses. Todo lo que Jehová quiere, lo hace, en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos.” Salmo 135:5-6.
“Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.” Apo.4:11.
“Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho.” Juan 1:3.
“Nuestro Dios está en los cielos; todo lo que quiso ha hecho.” “Benditos vosotros de Jehová, que hizo los cielos y la tierra” Salmo 115:3,15.
“En el principio, Oh Dios, tú formaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos.” Hebreos 1:10.

“Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.” Romanos 11:36.

DIOS HACE QUE LAS PERSONAS CREAN

INTRODUCCIÓN

“La salvación pertenece a Jehová.” Jonás 2:10. Quizás esté usted maravillado de que si Dios es soberano, ¿Porqué no salva a todo el mundo de sus pecados? Sabemos que Dios salva a algunas personas, pero ¿Porqué no salva también a otras?
No podemos decir que algunas personas sean demasiado malas como para que Dios las salve, porque Pablo el siervo del Señor escribió en 1 Timoteo capítulo 5 y versículo 15 que él fue el más grande de los pecadores. Por lo que si Dios pudo salvar al primero de los pecadores, entonces nadie es demasiado malo como para no poder ser salvado. ¿Es entonces Dios incapaz de salvar a algunos simplemente porque ellos no desean ser salvados?
Antes de responder a esta pregunta, pensemos acerca de la experiencia de personas que han llegado a ser cristianas. Antes de llegar a ser creyentes, ellos no deseaban conocer a Dios. Ellos caminaban por sus propios caminos y no por los de Dios. Entonces, ¿cuál fue el cambio en ellos que los hizo creer y ser la gente que es ahora? Un creyente respondería en las palabras de 1 Cor.15:10: “Por la gracia de Dios soy lo que soy”.
Sin embargo, todos los verdaderos creyentes dirán que aunque eran responsables de sus propias acciones, por su gracia Dios fue capaz de controlar y dirigir sus voluntades. Esto significa que ellos estuvieron dispuestos a recibir a Cristo como salvador, pero fue Dios quien primero les dio la disposición de creer. Es solo una parte de la verdad decir que la gente no es convertida porque no quiere creer. No es toda la verdad. ¿Porqué entonces la gente no cree? La respuesta es porque no tienen fe. La fe es el don de Dios, y Dios la concede a las personas que El ha escogido. Leemos en Hechos 13:48 que todos aquellos que estaban ordenados para vida eterna creyeron.
Así que, la razón de porqué Dios no salva a todo el mundo es que Dios el Padre es soberano en la salvación. El otorga el don de la fe salvadora solo a quien le place. Hay muchos textos en la Biblia que muestran que Dios el Padre es soberano en la salvación de los hombres. Vamos a mencionar algunos ejemplos.
EN PRIMER LUGAR, en Romanos 9:21-23 nos dice que Dios es como un alfarero y nosotros como el barro.
Las personas a quienes Dios ha escogido y las que no ha escogido son enteramente iguales en sí mismas. Si Dios no salvara a aquellos que ha escogido, entonces todo el mundo se perdería; es decir, todos se irían al infierno. Pero Dios hace una diferencia entre las personas, tal como el alfarero hace de la misma masa diferentes clases de objetos, algunos para adornar y otros para usos ordinarios.
Dios puede hacer lo que quiere con lo que es suyo, es decir, con la gente que El ha creado. El Juez de toda la tierra hará lo que es justo. La Biblia, como ya hemos visto en Hechos 13:48, dice que todos los que están elegidos para vida eterna creerán. Este versículo muestra claramente que, el creer es el resultado de la elección de Dios. También muestra que solo ciertas personas han sido escogidas para vida eterna, lo cual significa que ellos serán salvos de sus pecados. Este versículo enseña que todos aquellos que son elegidos por Dios, sin lugar a dudas llegarán a creer en el Señor Jesucristo.
EN SEGUNDO LUGAR, Romanos 11:5 nos dice que hay personas en el mundo que han sido escogidas por la gracia de Dios. También nos dice porqué estas personas han sido escogidas para salvación. No fueron escogidas porque Dios viera de antemano que eran buenas gentes. Fueron escogidos simple y sencillamente por la propia bondad de Dios hacia aquellos que no la merecen.
EN TERCER LUGAR, 1 Cor.1:26-29 nos dice que Dios no ha escogido a muchos sabios, ni poderosos, ni muchos nobles para que crean en El. Por el contrario, ha escogido a algunos de los más viles y débiles para que sean su pueblo. Esto nos muestra que es Dios definitivamente, quien escoge a las personas para que sean salvas, porque la elección de gente débil y simple, es prueba de que la salvación no tiene nada que ver con las cualidades de las personas mismas. La elección es enteramente por la bondad de Dios y no debido a ninguna otra razón.
EN CUARTO LUGAR, en Efesios 1:3-5 leemos que Dios escogió a su pueblo antes de la fundación del mundo. En amor los escogió, para que vinieran a ser santos y sin mancha, sus hijos y sus hijas. Esto muestra que el pueblo de Dios fue escogido antes de la caída de Adán, y nos enseña también el porque Dios los escogió. Como el texto lo señala, los escogió para ser adoptados hijos suyos, para alabanza de su gloria y de su gracia. (Vea los versículos 5,6 y 12.) También nos dice que fueron escogidos conforme a su propósito soberano y su beneplácito. (Vea los versículos 9 al 11.)
EN QUINTO LUGAR, en 2 Tes.2:13, el apóstol Pablo da gracias a Dios de que haya escogido a los tesalonicenses para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad. Esto enseña que todo el pueblo de Dios es escogido para ser salvo y que es el Espíritu Santo quien asegura que crean la verdad.
EN SEXTO LUGAR, 2 Tim.1:9 declara que Dios llama y salva a su pueblo, no por lo que ellos hayan hecho, sino por su bondad y amor que El quiso mostrar a los suyos. También enseña que esto fue determinado en el consejo eterno de la Trinidad, antes de que el mundo fuese.
Finalmente, la Biblia nos dice claramente en muchos otros textos, que Dios ha escogido a un pueblo para que sea salvo. (Vea los textos en la nota al final de este capítulo.) Y puesto que han sido escogidos por Dios, ellos buscan a Dios. Así pues, no hay necesidad de temer que Dios no te haya escogido a tí; si tú le estás buscando sinceramente, seguramente es porque Dios te ha escogido. Por naturaleza nadie busca la salvación de Dios, porque todos están espiritualmente muertos y separados de Dios.
Entonces, si tú deseas la salvación que Dios da, ese deseo es evidencia de que Dios te ama y está obrando en tí. Esta es una de las verdades más alentadoras que se encuentra en la Biblia; no lo dudes, la fe es el don de Dios. Así que si crees, Dios te ha dado esa fe porque es su deseo que la tengas. Este es una verdad maravillosa ¿no es cierto?
TEXTOS BIBLICOS:
Los siguientes textos afirman que Dios ha escogido a un pueblo para salvación.
“Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él en amor; Habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos por Jesucristo a sí mismo, según el puro afecto de su voluntad,” Efesios 1:4-5
“En él digo, en quien asimismo tuvimos suerte, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el consejo de su voluntad,” Efesios 1:11
“Y los Gentiles oyendo esto, fueron gozosos, y glorificaban la palabra del Señor: y creyeron todos lo que estaban ordenados para vida eterna.” Hechos 13:48
“Y si el Señor no hubiese abreviado aquellos días, ninguna carne se salvaría; mas por causa de los escogidos que él escogió, abrevió aquellos días.” Marcos 13:20
“(Porque no siendo aún nacidos, ni habiendo hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección, no por las obras sino por el que llama, permaneciese;) Le fue dicho que el mayor serviría al menor. Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí. ¿Pues qué diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera. Mas a Moisés dice: Tendré misericordia del que tendré misericordia, y me compadeceré del que me compadeceré.
Así que no es del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Porque la Escritura dice de Faraón: Que para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi potencia, y que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. De manera que del que quiere tiene misericordia; y al que quiere, endurece. Me dirás pues: ¿Por qué, pues, se enoja? porque ¿quién resistirá a su voluntad?
Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? Dirá el vaso de barro al que le labró: ¿Por qué me has hecho tal? ¿O no tiene potestad el alfarero para hacer de la misma masa un vaso para honra, y otro para vergüenza? ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar la ira y hacer notoria su potencia, soportó con mucha mansedumbre los vasos de ira preparados para muerte, Y para hacer notorias las riquezas de su gloria, mostrólas para con los vasos de misericordia que él ha preparado para gloria; Los cuales también ha llamado, es a saber, a nosotros, no sólo de los Judíos, mas también de los Gentiles? Como también en Oseas dice: Llamaré al que no era mi pueblo, pueblo mío; Y a la no amada, amada. Y será, que en el lugar donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo mío: Allí serán llamados hijos del Dios viviente.” Romanos 9:11-26
“Así también, aun en este tiempo han quedado un remanente escogido por la elección de gracia. Y si por gracia, luego no por las obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por las obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra. ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel aquello no ha alcanzado; mas la elección lo ha alcanzado: y los demás fueron endurecidos;” Romanos 11:5-7.
“No me elegisteis vosotros a mí, mas yo os elegí a vosotros; y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca: para que todo lo que pidiereis del Padre en mi nombre, él os lo dé.” Juan 15:16
“Así los primeros serán postreros, y los postreros primeros: porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.” Mateo 20:16
“Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.” Mateo 22:14
“Que nos salvó y llamó con vocación santa, no conforme a nuestras obras, mas según el intento suyo y gracia, la cual nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos,” 2 Timoteo 1:9.
“Por tanto, todo lo sufro por amor de los escogidos, para que ellos también consigan la salud que es en Cristo Jesús con gloria eterna.” 2 Timoteo 2:10.
“Sabiendo, hermanos amados de Dios, vuestra elección: Por cuanto nuestro evangelio no fue a vosotros en palabra solamente, mas también en potencia, y en Espíritu Santo, y en gran plenitud; como sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros.” 1 Tesalonicenses 1:4-5.
“Pedro, apóstol de Jesucristo, a los extranjeros esparcidos en Ponto, en Galacia, en Capadocia, en Asia, y en Bithinia, Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sea multiplicada.” 1 Pedro 1:1-2.

“Y sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, es a saber, a los que conforme al propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos; Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.” Romanos 8:28-30.