INTRODUCCIÓN
“Y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará.”
Juan 8:32. Dios es soberano y obra de acuerdo con su plan
eterno en la salvación de su pueblo. La voluntad de los hombres no escoge
naturalmente a Dios porque está inclinada al mal. Solamente Dios puede hacer
que una persona desee ser salva de sus pecados. El es el Dios soberano, El es
el gran Rey. Si creemos esto, ¿cómo debemos entonces reaccionar?
PRIMERO,
puesto que Dios es soberano debemos temerle. Temer a Dios significa recordar
cuán grande, santo y poderoso es Dios. Significa también recordar cuán
pequeños, pecaminosos y débiles somos nosotros. Significa hacer su voluntad y
creer todo lo que El nos dice en su Palabra.
Significa
obedecer a Dios porque dependemos totalmente de El. Dios nos da todo lo que
necesitamos y por ello, lo menos que podemos hacer es obedecer lo que El dice
en la Biblia y darle a El el primer lugar en todo.
SEGUNDO,
como Dios es soberano debemos aceptar gustosamente todo lo que nos acontece.
Pudiéramos quejarnos cuando no tenemos lo que queremos o pudiéramos sentir que
merecemos alguna bendición en particular.
Quizás
sintamos que merecemos el éxito o la felicidad. Pero si somos creyentes verdaderos,
sabemos que Dios no nos da el castigo que nuestros pecados merecen. Los
creyentes verdaderos se dan cuenta que en lugar de castigarnos, Dios ha sido
muy bondadoso para con nosotros en todos los aspectos, cuando merecíamos lo
contrario. Y si realmente creemos que Dios es soberano en todo, entonces
debemos reconocer que Dios tiene el derecho de hacer todo lo que quiera con lo
que es suyo, incluso con nosotros.
Por
lo tanto, si Dios hace que nos acontezcan cosas que no nos gustan, debemos
aceptarlas sabiendo que provienen de su mano, y que El solamente procura
nuestro bien.
TERCERO,
puesto que Dios es soberano siempre debemos estar muy agradecidos con El. Nos
sentimos agradecidos cuando las cosas van de acuerdo a lo que deseamos, pero
también deberíamos alabarle y darle las gracias aún cuando nos parece que todo
va mal. Deberíamos ser agradecidos aún en los tiempos difíciles, porque si
somos creyentes verdaderos, creemos que Dios nos ha escogido, que nos ama y que
está controlando todo lo que nos sucede.
Si
realmente somos creyentes, debemos de seguir el ejemplo de nuestro Señor
Jesucristo. ¿Se ha dado cuenta de cuán temeroso era Jesucristo de Dios el
Padre, aceptando la voluntad del Padre y dándole gracias en todo tiempo? En el
Nuevo Testamento vemos que cuando Satanás le tentó, Jesús le dijo que solamente
Dios debía ser adorado. A lo largo del Nuevo Testamento vemos la obediencia de
Cristo, hasta que su obediencia culminó en su muerte a favor del pueblo
escogido de Dios. Jesús aceptó la voluntad del Padre aún y cuando pidió que si
fuera posible el Padre quitara sus sufrimientos.
El
también dijo: “No sea hecha mi
voluntad sino la tuya”. También vemos como Cristo daba gracias al Padre.
Aún cuando la gente que había visto sus milagros no se arrepintió ni creyó en
El, Jesús todavía le daba gracias a Dios. Como Lucas dice: “En aquella misma hora Jesús se alegró en espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh
Padre, Señor del cielo y de la tierra,
que escondiste estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado
a los pequeños: así, Padre, porque así
te agradó.” (Lucas 10:21). Seguramente, si nosotros somos creyentes
verdaderos en Cristo Jesús haremos lo mismo.
Finalmente,
puesto que Dios es soberano debemos adorarle. El usa su poder sabiamente y para
el beneficio de su pueblo. Debido a que Dios es completamente sabio no puede
cometer ningún error; porque El es santo, tampoco hará ningún mal. Si no
conociéramos más sobre Dios, excepto que su voluntad es soberana, entonces
solamente tendríamos miedo de El.
Pero
podemos regocijarnos porque sabemos que la poderosa e inmutable voluntad de
Dios es también, enteramente buena.
El
propósito divino en controlar todo es mostrar su propia santidad, bondad y
verdad. A pesar de todo lo que vemos en el mundo, Dios todavía está llevando a
cabo sus propósitos. Y para hacer esto, en algunas ocasiones usa hasta a los
hombres malvados y a Satanás. Nadie puede alterar el propósito de Dios. Para su
propia gloria, Dios controla todo porque quiere mostrarnos su bondad, santidad
y verdad. Para su propia gloria, Dios el Padre escogió un gran número de
personas para ser salvos de sus pecados.
Jesucristo
murió por estas personas y el Espíritu Santo les da la vida espiritual. Para
mostrar su gloria, Dios cambia la naturaleza malvada de las personas elegidas
para salvación, a fin de que se vuelvan a El y aprendan a amarle.
Esta
obra maravillosa de Dios está sucediendo actualmente en todas partes del mundo.
Muchos de los que leerán estas palabras son aquellos que Dios ha llamado para
que sean su pueblo. El les cambió, y les ha dado vida espiritual a fin de que
llegaran a ser su pueblo. Si usted quiere que este Dios sea su Dios, entonces
búsquele en oración. El ha prometido que no echará fuera a ninguno que venga a
El. Por supuesto que no los echará fuera, porque es la misma obra de El en sus
corazones la que les hace desear acudir a El.
Todas
las cosas fueron hechas por Dios, todas las cosas son controladas por El, todas
las cosas obran de acuerdo a su plan. Todas las cosas sirven para la gloria de
Dios, y cuando todas las cosas lleguen a su fin, este Dios soberano permanecerá
por siempre siendo adorado y alabado en toda su bondad, santidad y gloria.
Vayamos entonces a alabar y adorar a nuestro soberano y todopoderoso Dios, aquí
y ahora.
¡Gran
Dios! Cuán infinito eres tu, Cuán débiles e indignos gusanos somos nosotros, Póstrese
toda criatura y busque la salvación de tí.
La
eternidad con todos sus años Permanece siempre presente a tu vista, Para tí no
existe nada viejo, ¡Gran Dios! No puede haber nada nuevo para tí.
Nuestras
vidas son movidas de un lado a otro, y angustiadas por cosas que no tienen
importancia; Mientras tú eterno pensamiento sigue adelante según tú inmutable e
inalterable plan. Isaac Watts (1674-1748)