LA SOBERANIA DE DIOS Y NUESTRAS ORACIONES

INTRODUCCIÓN

“Y esta el la confianza que tenemos en El, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, El nos oye.” 1 Juan 5:14.
Existen algunas preguntas que surgen en la mente de las personas cuando piensan acerca de la soberanía de Dios.
Ya hemos dicho que las personas son incapaces de escoger ser salvos de sus pecados a menos que Dios mismo cambie su naturaleza pecaminosa.
Entonces, la primera pregunta que responderemos es ésta: Si Dios hace el cambio en la naturaleza de las personas, ¿porqué deben esforzarse los creyentes a predicar el evangelio a todos? Hemos aprendido que por naturaleza, los hombres son tan pecaminosos que por sí mismos no pueden escoger creer en Jesucristo. ¿Porqué, entonces, los creyentes deben urgir a las personas a que crean? La respuesta es esta: A los creyentes les es mandado por Dios predicar el evangelio a todos.
No predicamos el evangelio pensando que los oyentes inconversos tengan en sí mismos la capacidad para recibir a Cristo como su Señor. Predicamos porque sabemos que eso es lo que Dios nos ha comisionado hacer.
Sabemos que cuando el evangelio es predicado, Dios mismo habla eficazmente a algunos de aquellos que escuchan. A aquellas personas que Dios ha elegido, les es dada la disposición para creer. Creer que Dios está en control de todo es de una gran ayuda y estímulo para la predicación evangelística. Los creyentes saben que las personas elegidas por Dios se arrepentirán de sus pecados cuando escuchen acerca de Jesucristo el Salvador.
De hecho, esta convicción de que Dios está realizando sus propósitos mediante la predicación, es la base por la verdadera predicación evangelística. Vea Isaías 55:10-11 y 2 Cor.2:14-17, Rom.10:14-15 y 1 Pe.1:23.
En segundo lugar, otra pregunta que puede surgir es ésta: Si Dios ha determinado lo que va a suceder, y si también tiene el control sobre todo lo que acontece, entonces ¿existe alguna razón para orar? Si Dios ya ha tomado todas las decisiones, seguramente la oración no tiene valor alguno. Nosotros no podemos cambiar la voluntad de Dios. Nuestra respuesta es la siguiente: Debemos entender el significado verdadero de la oración.
Algunos dicen que la oración es la forma en que Dios permite que nuestras voluntades tengan injerencia en lo que ocurre. Pero la Biblia enseña claramente que es Dios quien hace que las cosas sucedan. Por lo tanto, la idea de que nuestras oraciones hacen que las cosas ocurran es errónea. Otras personas dicen que la oración es una forma para conseguir que Dios cambie su voluntad. Pero como ya hemos visto, Dios ya ha decidido exactamente lo que ha de acontecer. La oración no es algo que podemos usar para cambiar las cosas; nuestra oración no cambia la voluntad de Dios.
La oración es la manera señalada por Dios para que le honremos. La oración es un medio de adoración a Dios. La oración es el reconocimiento de que dependemos totalmente de Dios, por todo lo que somos y lo que tenemos.
La oración es el método divino para pedir la bendición de Dios. La oración hace que nos demos cuenta de que tan pequeños y débiles somos y que tan grande es Dios. La oración es un don de Dios para su pueblo a fin de que ellos le pidan las cosas que necesitan. La oración no tiene el propósito de alterar las cosas que Dios ha determinado. (Vea los siguientes textos que afirman esta verdad: Mat.5:10; 1 Jn.5:14; Rom.8:26-27).
Por otra parte, Dios ha determinado que la oración sea un medio para llevar a cabo su voluntad, tal como la predicación del evangelio es el medio usado por Dios para salvar a los pecadores. Las oraciones de los creyentes forman parte del plan de Dios para llevar a cabo a sus propósitos eternos.
Así que, cuando los creyentes oran no lo hacen para cambiar el plan de Dios, sino para que el plan de Dios se efectúe. Los creyentes pueden orar por ciertas cosas con confianza porque saben que están incluidas en el plan de Dios. Cuando decimos a Dios nuestras necesidades, nos estamos encomendando a su cuidado, y le suplicamos que trate con nuestras necesidades de conformidad con su plan. Entonces, puede darse cuenta que la oración es básicamente una actitud, una actitud de dependencia total de Dios.
La oración es lo opuesto de decirle a Dios lo que tiene que hacer, porque la oración pide para que la voluntad de Dios sea hecha. Así pues, esto contesta nuestra pregunta acerca de la razón para orar. Los creyentes oran por cosas que concuerdan con el plan que Dios ya ha determinado, es decir, cosas que son parte del mismo plan de Dios. Los creyentes oran, no para cambiar el plan de Dios, sino para aceptarlo y encontrar la bendición de Dios a través de dicho plan.
En tercer lugar, quizás la siguiente pregunta ha llegado a inquietarle. Si Dios ha decidido todo lo que sucede, entonces ¿porqué han de preocuparse los creyentes por ser buenos? Si Dios ha planeado que los creyentes serán buenos, entonces ¿porqué deben preocuparse de ser buenos ellos mismos?
Una vez más, la respuesta básica es que los creyentes hacen bien, porque Dios les ha mandado hacer lo que es bueno. En realidad, el conocimiento de que Dios controla todas las cosas ayuda a los creyentes a hacer lo bueno.
Los creyentes confían en que Dios puede darles la capacidad para hacer cosas buenas. Los creyentes verdaderos saben que en sí mismos no tienen el poder para hacer lo que Dios les ha mandado. Es por lo tanto que confían en que Dios les puede dar la fortaleza que necesitan para obedecer su voluntad.
Por último, quizás usted ha pensado que es injusto y cruel de parte de Dios, escoger sólo a ciertas personas para ser salvas. Pero recuerde lo siguiente, si Dios no hubiera escogido y salvado a algunos, entonces nadie sería salvo del pecado. Si Dios no hubiera escogido a nadie, entonces todos habríamos muerto en nuestros pecados. Dios no es injusto al escoger salvar a algunos y no a otros, porque nadie tiene el derecho de ser salvo, es decir, Dios no “debe” la salvación a nadie. La salvación es enteramente un asunto de la bondad de Dios hacia personas que no la merecen. Dios ha mostrado su bondad a ciertas personas según le pareció mejor a El. (Vea Mat.11:25-27).
Nosotros podríamos pensar que hubiera sido mejor que Dios salvara a todos, pero nosotros no estamos capacitados para decidir esto. No somos capaces de ver y comprender todo lo que Dios ve y comprende. Los caminos de Dios no son como nuestros caminos, y nosotros no podemos comprenderlos íntegramente. (Vea Isa.55:8-9 y Rom.11:33-36)
 Todo lo que podemos decir es que Dios ha mostrado su amor en la elección y salvación de gente que no merece su bondad. Así que, permítame hacerle una última pregunta: ¿Es usted una de las personas que Dios ha escogido para salvación? ¿Existe algún deseo en su corazón por ser una de las personas que pertenecen a Dios?

TEXTOS BIBLICOS:

“He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste: tuyos eran, y me los diste, y guardaron tu palabra. Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son:” Juan 17:6 y 9.
“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divina potencia, por el conocimiento de aquel que nos ha llamado por su gloria y virtud:” 2 Pedro 1:3
“Porque somos hechura suya, criados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó para que anduviésemos en ellas.” Efesios 2:10.
“Para nosotros que somos guardados en la virtud de Dios por fe, para alcanzar la salud que está aparejada para ser manifestada en el postrimero tiempo.” 1 Pedro 1:5.
“Y Samuel se lo manifestó todo, sin encubrirle nada. Entonces él dijo: Jehová es; haga lo que bien le pareciere.” 1 Samuel 3:18.

“Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y trasquiló su cabeza, y cayendo en tierra adoró; Y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo tornaré allá. Jehová dio, y Jehová quitó: sea el nombre de Jehová bendito.” Job 1:20-21.